• Me enluto por ti, Mireya,
    y te rezo esta epopeya.

    Mas entrañables provincianas mías:
    no sospeché alabar vuestro suicidio
    en las facinerosas tropelías.

    Antes de sucumbir al bandolero
    se amortizaron las sonoras alas
    que aleteaban en el fiel alero.

    Cúspide del teatro pueblerino:
    en un martirologio de palomas
    tú las viste volar a su...