• Solo, como un espectro por el mundo
    iba; cuando me hallaste y me dijiste:
    «¡Refúgiate en mis brazos, hombre triste!
    Soy tuya!... Soñador meditabundo!»

    Y fuiste mía; sin embargo hoy hundo
    la frente en la almohada en que pusiste
    tu cabecita núbil… y en que oíste
    la serenata de mi amor profundo,

    y ya no está allí!… La marejada
    del mal, con...