• Fulge mi cigarrillo;
    su luz se limpia en pólvoras de alerta.
    Y a su guiño amarillo
    entona un pastorcillo
    el tamarindo de su sombra muerta.

    Ahoga en una enérgica negrura,
    el caserón entero
    la mustia distinción de su blancura.
    Pena un frágil aroma de aguacero.

    Están todas las puertas muy ancianas,
    y se hastía en su habano...