• Miré el cadáver, su raudo orden visible
    y el desorden lentísimo de su alma;
    le vi sobrevivir; hubo en su boca
    la edad entrecortada de dos bocas.
    Le gritaron su número: pedazos.
    Le gritaron su amor: ¡más le valiera!
    Le gritaron su bala: ¡también muerta!"

    Y su orden digestivo sosteníase
    y el desorden de su alma, atrás, en balde.
    Le dejaron y...