• Recuerdo que una tarde de soledad y hastío,
    ¡oh tarde como tantas! , el alma mía era,
    bajo el azul monótono, un ancho y terso río
    que ni tenía un pobre juncal en su ribera.
    ¡Oh mundo sin encanto, sentimental inopia
    que borra el misterioso azogue del cristal!
    ¡Oh el alma sin amores que el Universo copia
    con un irremediable bostezo universal!...