•  La góndola volvía. Frente a frente
    estábamos, en esa inolvidada
    vieja tarde de otoño, purpurada
    por la sangre del sol en el poniente.

     Y porque te mostrabas displicente
    a tu mismo abandono abandonada,
    se me antojó decir, sin decir nada,
    lo que...

  •  La mesa estaba alegre como nunca.
    Bebíamos el té: mamá reía
    recordando, entre otros,
    no sé qué antiguo chisme de familia,
    una de nuestras primas comentaba
    — recordando con gracia los. modales,
    de un testigo irritado — el incidente
    que presenció en la calle;
    los niños se empeñaban, chacoteando...

  •  Sí, vecina: te puedes dar la mano,
    esa mano que un día fuera hermosa,
    con aquella otra eterna silenciosa
    «que se cansara de aguardar en vano.

     Tú también, como ella, acaso fuiste
    la bondadosa amante, la primera,
    de un estudiante pobre, aquel que era...

  • Tu cabeza, tu gesto, tu aire
    Son hermosos como un bello paisaje;
    La risa juega en tu rostro
    Como una brisa fresca en un cielo claro.

    Al pasajero disgusto que rozas
    Lo diluye la salud
    Que brota cual un destello
    De tus brazos y de tus hombros.

    Los refulgentes colores
    Con que salpicas tus vestidos
    Vuelcan en el espíritu de los poetas...