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    La muerte, toda llena de agujeros
    y cuernos de su mismo desenlace,
    bajo una piel de toro pisa y pace
    un luminoso prado de toreros.

    Volcánicos bramidos, humos fieros
    de general amor por cuanto nace,
    a llamaradas echa mientras hace
    morir a tranquilos ganaderos.

    Ya puedes, amorosa fiera hambrienta,
    pastar mi corazón, trágica...