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    Fatiga tanto andar sobre la arena
    descorazonadora de un desierto,
    tanto vivir en la ciudad de un puerto
    si el corazón de barcos no se llena.

    Angustia tanto el son de la sirena
    oído siempre en un anclado huerto,
    tanto la campanada por el muerto
    que en el otoño y en la sangre suena,

    que un dulce tiburón, que una manada
    de...