• La Licencia y la Muerte son dos gentiles rameras,
    Pródigas de besos y ricas en salud,
    Cuyo vientre siempre virgen y cubierto de andrajos
    En la incesante labor jamás ha procreado.

    Al poeta siniestro, enemigo de las familias,
    Favorito del infierno, cortesano mal rentado,
    Tumbas y lupanares muestran bajo sus atractivos
    Un lecho que el remordimiento jamás...

  • La muy querida estaba desnuda, y, conociendo mi corazón,
    No había conservado más que sus joyas sonoras,
    De las que el rico conjunto le daba el aspecto vencedor
    Que tienen en sus días felices las esclavas de los moros.

    Cuando arroja danzando su ruido vivaz y burlón,
    Este mundo deslumbrante de metal y de piedra
    Me encanta extasiándome, y amo con furor
    ...

  • ¡Oh tú!, el más sabio y el más hermoso de los Ángeles,
    Dios traicionado por la suerte y privado de alabanzas,

    ¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!

    ¡Oh, Príncipe del exilio al cual se ha agraviado,
    Y que, vencido, siempre te yergues más fuerte!

    ¡Oh, Satán, apiádate de mi larga miseria!

    Tú que sabes todo, gran rey de las cosas subterráneas,
    ...

  • No a todos les es dado tomar un baño de multitud; gozar de la muchedumbre es un arte; y sólo puede darse a expensas del género humano un atracón de vitalidad aquel a quien un hada insufló en la cuna el gusto del disfraz y la careta, el odio del domicilio y la pasión del viaje.

    Multitud, soledad: términos iguales y convertibles para el poeta activo y fecundo. El que no sabe poblar su...

  • (A mademoiselle A...)

    Yo amo, ¡oh, pálida beldad!, tus pestañas entornadas,
    De las que parecen derramarse las tinieblas;
    Tus ojos, bien que renegridos, me inspiran ideas
    Que no son del todo fúnebres.

    Tus ojos, que concuerdan con tus negros cabellos,
    Con tu melena...

  • El que desde afuera mira por una ventana abierta, nunca ve tantas cosas como el que mira una ventana cerrada. No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, más tenebroso, más deslumbrador, que una ventana iluminada por una vela. Lo que se puede ver al sol, siempre es menos interesante que lo que pasa detrás de un vidrio. En aquel agujero negro o luminoso vive la vida, sueña la vida...

  • A Víctor Hugo

    I

    En los pliegues sinuosos de las viejas capitales,
    Donde todo, hasta el horror, vuelve a los sortilegios,
    Espío, obediente a mis humores fatales,
    Los seres singulares, decrépitos y encantadores.

    Estos monstruos dislocados fueron antaño mujeres...

  • Dice Vauvenargues que en los jardines públicos hay paseos frecuentados principalmente por la ambición venida a menos, por los inventores desgraciados, por las glorias abortadas, por los corazones rotos, por todas esas almas temblorosas y cerradas en que rugen todavía los últimos suspiros de una tempestad, que se alejan de la insolente mirada de los satisfechos y de los ociosos. En estos...

  • En un hermoso jardín, donde los rayos del sol otoño parecían rezagarse a gusto, bajo un cielo verdoso ya, con nubes de oro flotantes como continentes viajeros, cuatro bellos niños, cuatro muchachos, cansados sin duda del juego, hablaban entre sí.

    Uno decía: «Ayer me llevaron al teatro. En palacios grandes y tristes, al fondo de los cuales se ve el mar y el cielo, unos hombres y unas...

  • Madre de los juegos latinos y de las voluptuosidades griegas,
    Lesbos, en la que los besos, lánguidos o gozosos,
    Cálidos como soles, frescos como sandías,
    Constituyen el ornato de noches y días gloriosos;
    Madre de los juegos latinos y de las voluptuosidades griegas,

    Lesbos, donde los besos son como cascadas
    Que se vuelcan sin temor en los abismos insondables...