• ¿No eres tú, mariposa,
    el alma de estas sierras solitarias,
    de sus barrancos hondos
    y de sus cumbres agrias?
    Para que tú nacieras,
    con su varita mágica
    a las tormentas de la piedra, un día,
    mandó callar un hada,
    y encadenó los montes
    para que tú volaras.
    Anaranjada y negra,
    morenita y dorada,
    mariposa montés, sobre el...