• ¡Ven, ninfa celestial de la esperanza,
    ven, dulce amiga, que tu amor imploro!,
    y enséñame en hermosa lontananza
    el bien que busco y anhelante adoro.
    Muéstrame un sol de gloria y bienandanza
    con tus reflejos de esmeralda y oro;
    lanza torrentes de tu luz querida
    en el triste horizonte de mi vida.