• Fiesta en el hogar había,
    y me diste, esposa mía,
    tu perfumado pañuelo,
    que lo guardo con anhelo,
    perfumado todavía.

    Largo tiempo ha transcurrido,
    desde que, dando al olvido,
    toda mundana ventura,
    te hundiste en la sepultura,
    dulce tesoro perdido.

    ¿Vives en alguna parte?
    ¿He de volver a mirarte?
    ¿En dónde?... ¿Cómo...

  • Cuando, los dos ojos cerrados, en una cálida tarde otoñal,
    Yo aspiro el aroma de tu seno ardiente,
    Veo deslizarse riberas dichosas
    Que deslumbran los rayos de un sol monótono;

    Una isla perezosa en que la naturaleza da
    Árboles singulares y frutos sabrosos;
    Hombres cuyo cuerpo es delgado y vigoroso
    Y mujeres cuya mirada por su franqueza sorprende.

    ...