• A ti me acojo, soledad querida,
    en busca de la paz que mi alma anhela
    en su ya inquieta y procelosa vida;
    mi nave combatida
    por la borrasca de la mar del mundo,
    esquiva ya su viento furibundo,
    y en busca de otro viento sosegado
    dirige a ti su desgarrada vela,
    ¡oh!, puerto deseado
    en que la brisa de bonanza vuela.

    Tú levantas el...