• ¿Porqué al trepar la colina
    que de ti fiera me aparta,
    ¡oh grata mansión! mis ojos
    se llenan de tristes lágrimas?
    ¿Será que, ay de mí, no vuelva
    hacia ti, mansión amada?
    Quién lo sabe, que la muerte
    do quier al hombre acompaña,
    y acaso de este adiós tierno
    un adiós eterno haga;
    o tal vez quieran los cielos,
    dulce mansión de mi...