• Y el Alma se asustó
    a las cinco de aquella tarde azul desteñida.
    El labio entre los linos la imploró
    con pucheros de novio para su prometida.

    El Pensamiento, el gran General se ciñó
    de una lanza deicida.
    El Corazón danzaba; más, luego sollozó:
    la bayadera esclava estaba herida?

    Nadal Fueron los tigres que la dan por correr
    a apostarse en...