Al pronunciar tu nombre, hija querida,
puros están mis labios y mi alma,
pasadas las tormentas de la vida
miro ya al Cielo con serena calma.
De cuanto amé y creí con fe y empeño
sólo dos cosas en mi pecho abrigo:
mi amor al bien, que fue mi primer sueño,...

En el ruinoso claustro bizantino
iba a sentarme a declinar el día,
a pie cruzando el áspero camino
que conduce del pueblo a la abadía.
Todo allí soledad, todo misterio;
del monte en el declive ameno valle,
y vecino a la iglesia el cementerio,
de altos...

El cisne que navega
por el dormido lago;
el ruiseñor que entona
de noche su cantar;
la tórtola que gime
cruzando el aire vago;
la estrella que aparece,
la brisa al susurrar,
no tienen el aroma,
la luz, la poesía,
la gracia, la frescura...

Para curarme el esplín
los tomo más de una vez:
¡Rico vino es el Jerez!
¡Buena bebida es el Rhin!
Los dos, usados con calma,
dan, triunfando del dolor,
al cuerpo nuevo vigor,
nueva juventud al alma.
Y ambos, en igual porfía,
después de darnos...

Me miraste, alma mía,
y fue tal mi alegría
y es mi pasión tan loca,
que sentir me parece todavía
el beso de tus ojos en mi boca.