•  Las rosas del balcón eran celosas
    novias bajo el agravio de la fina
    ironía falaz de una vecina
    que se ponía a reír de ciertas cosas.

     Tu perdón desdeñoso fué a las rosas
    y tus labios a mí. La muselina
    de la suave penumbra vespertina
    te envolvió...