- I
Jesús de Galilea
para mí no eres Dios,
eres sólo una idea
de la que marcho en pos.
- II
No me humillo ni ruego
a tus plantas Jesús,
llego a ti como un ciego
que va en busca de luz.
- III
Jesucristo eres nuestro
más...
Jesús de Galilea
para mí no eres Dios,
eres sólo una idea
de la que marcho en pos.
No me humillo ni ruego
a tus plantas Jesús,
llego a ti como un ciego
que va en busca de luz.
Jesucristo eres nuestro
más...
Quiero ser las dos niñas de tus ojos,
las metálicas cuerdas de tu voz,
el rubor de tu sien cuando meditas
y el origen tenaz de tu rubor.
Quiero ser esas manos invisibles
que manejan por si la creación,
y formar con tus sueños y los míos
otro mundo mejor para los dos.
Eres tu, providencia de mi vida,...
Bajo la curva de la noche, fúnebre,
sobre la arena del desierto, cálida,
se conturba la mente del proscripto,
su pie desnudo, vacilante, marcha;
y allá en la curva fúnebre del cielo
la estrella solitaria;
y allá, sobre las cálidas arenas,
¡el oasis y el agua!
Bajo la curva del dolor, fatídica,
sobre el desierto de mi vida, trágica,...
Siempre en la ida este fatal pasado,
siempre el recuerdo de este amor conmigo,
que debiera olvidar y no he olvidado,
que quiero maldecir, ¡y no maldigo!...
¿Por qué en este viaje triste y desolado,
que en mi existencia solitario sigo,
siempre ha de ser presente mi pasado
y ha de estar este amor siempre conmigo?
¿Por qué no he de arrancarme de...
Tú tienes, para mí, todo lo bello
que cielo, tierra y corazón abarcan;
la atracción estelar ¡de esas estrellas
que atraen como tus lágrimas!;
La sinfonía sacra de los seres,
los vientos, los bosques y las aguas,
en el lenguaje mudo de tus ojos
que, mirándome, hablan...
Te argüirán, entre muecas desdeñosas,
los nenitos, de Juan el carpintero:
que sería más útil un obrero
si ambas manos tuviese habilidosas".
Y después de soltar tan graves cosas,
como quien echa migas a un jilguero,
te dirán: "que rosal y duraznero
son rosáceos los dos, porque dan rosas".
Pero ven cuatro plantas florecidas
esos...
Como al nacer el sol en el oriente
los negros lomos de la tierra inflama,
como Dios al mirar sobre los pueblos
de ansias de lo mejor llena las almas
en mis tinieblas
casi macabras,
como un rayo de sol fue tu sonrisa,
fulguración de Dios fue tu mirada.
Como brilló una luz en el desierto
para salvar a una nación esclava,
como...
Al clásico del compás establecido
para cantar las cosas soberanas:
invocando al amor y al buen sentido,
musas que deben ser hermanas:
sin temer ni a la crítica del ruido
ni a la pereza y cobardía humanas:
voy a cantar mis versos al trabajo…
¡al sin tregua, al feroz, al a destajo!
Agrupándose ligeras
vienen nubes tenebrosas,
y montañas espantosas
en el cielo acongojado
de sus senos, derramado
como un colosal torrente,
agua pura y transparente
que moja el suelo enlutado.
Cruza errante la centella
cual tétrica exhalación;
su estentórea vibración
deja flamígeras huellas;
sopla el viento que...
Tu eres joven, como un lirio de los valles,
que recién abre su cáliz,
¡que recién!
los cendales candorosos de sus pétalos de seda
suelta al viento de la aurora...
¡yo soy el trágico laurel!.
Yo soy viejo, carcomido, lamentable,
como un roble centenario,
¡que cayó!
que cayó para in eternum, para nunca más alzarse
por los siglos...