Cuando retornas, divina Primavera,
solloza el alma presa en su dolor cobarde...
Y una voz fresca y pura dice en mi oído: ¡Espera!
Y una voz melancólica grita en mi pecho: ¡Es tarde!...

En piélagos de duda boga mi pensamiento.
¿Y qué hallaré —suspira— tras la dura...

Está en el bosque, sonrosada,
la luna de la madrugada.

El negro bosque rememora
lo que miró desde la aurora:

Se recuerda, temblando, una hoja
del lobo y Caperuzita Roja;
del aúreo son del olifante
del Rey de barbas de diamante
habla la eufónica...