• Señor! Estabas tras los cristales
    humano y triste de atardecer;
    y cuál lloraba tus funerales
    esa mujer!

    Sus ojos eran el jueves santo,
    dos negros granos de amarga luz!
    Con duras gotas de sangre y llanto
    clavó tu cruz!

    Impía! Desde que tú partiste,
    Señor, no ha ido nunca al Jordán,
    en rojas aguas...