• Llegué a confundirme con ella,
    tanto ...! Por sus recodos
    espirituales, yo me iba
    jugando entre tiernos fresales,
    entre sus griegas manos matinales.

    Ella me acomodaba después los lazos negros
    y bohemios de la corbata. Y yo
    volvía a ver la piedra
    absorta, desairados los bancos, y el reloj
    que nos iba envolviendo en su carrete,...