• ¡Cuánta envidia mereces,
    justo hermano de Marta y de María,
    que viviste dos veces:
    una naciendo del primer abrigo
    que en el seno materno hospeda al hombre,
    y otra del seno de la tumba fría!
    Tú que, con tierno nombre,
    ser mereciste apellidado amigo
    de Jesús por el labio sacrosanto,
    y costar mereciste
    a sus divinos ojos
    celestes...