Ese coral venturoso,
Que para aseos de un lazo
Pudo llegar a tu brazo,
Siendo por necio dichoso;
¡Oh cómo brilla glorioso,
Abonando su fineza,
Con tu divina belleza!
Pues ya debe su valor
A tu boca la color,
A tu pecho la dureza.
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Con la canana llena
de municiones,
y el morral atestado
de provisiones,
la escopeta brillante
como unas ascuas,
el Coral tan alegre
como unas Pascuas,
la petaca bien llena
de cigarrillos
y las manos metidas
en los bolsillos,
salíme ayer al coto
muy de mañana,
dispuesto a no dejarme
tórtola sana,
ni...