• ¡Ay del que llega sediento
    a ver el agua correr
    y dice: La sed que siento
    no me la calma el beber!
    ¡Ay de quien bebe, y, saciada
    la sed, desprecia la vida:
    moneda al tahúr prestada,
    que sea al azar rendida!
    Del iluso que suspira
    bajo el orden soberano,
    y del que sueña la lira
    pitagórica en su mano.
    ¡Ay del noble...