En torno del albergue de mis padres
rueda la noche en curso tenebroso,
y ni la brisa gime, ni del cielo
llueve un rayo de luz sobre mis ojos;
sólo si escucho el eco prolongado
de la triste campana me repite
que el tiempo de mi vida está contado.
¡Hora de paz!... Bastante el sol del día
bañó de fuego el alma... ¡Ah! Ya me pesa
...