• Tú eras el huracán y yo la alta
    torre que desafía su poder:
    ¡tenías que estrellarte o que abatirme!
    ¡No pudo ser!

    Tú eras el océano y yo la enhiesta
    roca que firme aguarda su vaivén:
    ¡tenías que romperte o que arrancarme! ...
    ¡No pudo ser!

    Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
    el uno a arrollar, el otro a no ceder:
    la senda...

  • Cuando me lo contaron sentí el frío
    de una hoja de acero en las entrañas,
    me apoyé contra el muro, y un instante
    la conciencia perdí de donde estaba.

    Cayó sobre mi espíritu la noche,
    en ira y en piedad se anegó el alma,
    ¡Y entonces comprendí por qué se llora!
    ¡Y entonces comprendí por qué se mata!

    Pasó la nube de dolor..., con pena
    ...

  • Dejé la luz a un lado, y en el borde
    de la revuelta cama me senté,
    Mudo, sombrío, la pupila inmóvil
    clavada en la pared.

    ¿Qué tiempo estuve así? No sé: al dejarme
    la embriaguez horrible de dolor,
    expiraba la luz y en mis balcones
    reía el sol.

    Ni sé tampoco en tan terribles horas
    en qué pensaba o que pasó por mí;
    solo recuerdo que...

  • Como en un libro abierto
    leo de tus pupilas en el fondo;
    ¿a qué fingir el labio
    risas que se desmienten con los ojos?

    ¡Llora! No te avergüences
    de confesar que me quisiste un poco.
    ¡Llora! Nadie nos mira!
    Ya ves: soy un hombre... ¡y también lloro!


    ...
  • En la clave del arco ruinoso
    cuyas piedras el tiempo enrojeció,
    obra de un cincel rudo campeaba
    el gótico blasón.

    Penacho de su yelmo de granito,
    la yedra que colgaba en derredor
    daba sombra al escudo en que una mano
    tenía un corazón.

    A contemplarle en la desierta plaza
    nos paramos los dos:
    Y, “ése, me dijo, es el cabal emblema...

  • Me ha herido recatándose en las sombras,
    sellando con un beso su traición.
    Los brazos me echó al cuello y por la espalda
    partióme a sangre fría el corazón.
    Y ella prosigue alegre su camino,
    feliz, risueña, impávida. ¿Y por qué?
    Porque no brota sangre de la herida.
    Porque el muerto está en pie.


    ...
  • Yo me he asomado a las profundas simas
    de la tierra y del cielo
    y les he visto el fin con los ojos
    o con el pensamiento.

    Mas, ¡ay! de un corazón llegué al abismo,
    y me incliné por verlo,
    y mi alma y mis ojos se turbaron:
    ¡tan hondo era y tan negro!


    ...
  • Como se arranca el hierro de una herida
    su amor de las entrañas me arranqué,
    aunque sentí al hacerlo que la vida
    me arrancaba con él.

    Del altar que le alcé en el alma mía
    la voluntad su imagen arrojó,
    y la luz de la fe que en ella ardía
    ante el ara desierta se apagó.

    Aún turbando en la noche el firme empeño
    viene en la idea su visión...

  • Alguna vez la encuentro por el mundo,
    y pasa junto a mí;
    y pasa sonriéndose, y yo digo:
    "¿Cómo puede reír?"

    Luego asoma a mi labio otra sonrisa,
    máscara del dolor,
    y entonces pienso: "¡Acaso ella se ríe,
    como me río yo!"


    ...
  • Lo que el salvaje que con torpe mano
    hace de un tronco a su capricho un dios,
    y luego ante su obra se arrodilla,
    eso hicimos tú y yo.

    Dimos formas reales a un fantasma,
    de la mente ridícula invención,
    y hecho el ídolo ya, sacrificamos
    en su altar nuestro amor.


    ...