• De pesar una lágrima sentida
    No brote, no, de tus hermosos ojos:
    ¿Por qué llorar mi muerte si mi vida
    Era un erial de espinas y de abrojos?

    No puede ser mi luz el dulce brillo
    Que derrama en efluvios tu pupila,
    Y es mi infierno el que irradia del anillo
    Que otro en tu mano colocó, Lucila.

    ¿Qué iba a hallar este pobre peregrino
    A un...