• Como atento no más a mi quimera
    no reparaba en torno mío, un día
    me sorprendió la fértil primavera
    que en todo el ancho campo sonreía.
    Brotaban verdes hojas
    de las hinchadas yemas del ramaje,
    y flores amarillas, blancas, rojas,
    alegraban la mancha del paisaje.
    Y era una lluvia de saetas de oro
    el sol sobre las frondas juveniles;...