(...) Dulcísima porción del pecho mío,
Erífile divina y amorosa,
agosta el sol las flores, y aun no veo
flotar allá en la cumbre deliciosa
donde nace el sonoro y claro río
tu leve vestidura cual deseo.
¡Ay! Ninfa, según creo
te empeña en su carrera
la cierva más ligera
que habita de estos sitios la frescura,
ven aquí a disfrutar del...