• Tú que por mi amor trocaste
    el empíreo por el suelo,
    amoroso, inseparable,
    si invisible compañero;
    tú que en la débil infancia
    me salvaste de mil riesgos,
    escucha, celeste hermano,
    escucha mi humilde ruego.
    Tú la flor de mi inocencia
    resguardaste largo tiempo
    de la tempestad mundana
    y de sus impuros vientos:
    entonces te...