¿Por qué, adorada mía,
mudanza tan cruel? ¿Por qué afanosa
evitas encontrarme, y si te miro,
fijas en tierra lánguidos los ojos y
y triste amarillez nubla tu frente?
¡Ay! do volaron los felices días
En que risueña y plácida me vías,
y tus ardientes ojos me buscaban,
y de amor y placer me enajenaban?
¡Cuántas veces en medio de las fiestas,...