• Como, al rayar primaveral aurora
    derramando levísimo rocío,
    el cielo juntamente ríe y llora;
    así la que gobierna mi albedrío
    que, triste por mi ausencia,
    perlas desperdiciaba cristalinas,
    que rodaban copiosas
    por sus tersas mejillas purpurinas,
    émulas de las rosas;
    al mirarme de súbito a su lado
    volver enamorado,
    si de placer...