• Los chinos ven la hora en los ojos de los gatos. Cierto día, un misionero que se paseaba por un arrabal de Nankin advirtió que se le había olvidado el reloj, y le preguntó a un chiquillo qué hora era.

    El chicuelo del Celeste Imperio vaciló al pronto; luego, volviendo sobre sí, contestó: «Voy a decírselo.» Pocos instantes después presentose de nuevo, trayendo un gatazo, y mirándole, como...

  • ¡Reloj! ¡Divinidad siniestra, horrible, impasible,
    Cuyo dedo nos amenaza y nos dice: ¡Recuerda!
    Los vibrantes Dolores en tu corazón lleno de terror
    Se plantarán pronto como en un blanco;

    El Placer vaporoso huirá hacia el horizonte
    Tal como una sílfide hacia el fondo del pasillo;
    Cada instante te devora un trozo de la delicia
    Acordada a cada hombre...