¡Sin lágrimas, sin quejas,
sin decirlas adiós, sin un sollozo!
cumplamos hasta lo último. . . la suerte
nos trajo aquí con el objeto mismo,
los dos venimos a enterrar el alma
bajo la losa del escepticismo.
Sin lágrimas... las lágrimas no pueden
devolver a un cadáver la existencia;
que caigan nuestras flores y que rueden,
pero al rodar,...