• ¿Sevilla?... ¿Granada?... La noche de luna.
    Angosta la calle, revuelta y moruna,
    de blancas paredes y oscuras ventanas.
    Cerrados postigos, corridas persianas...
    El cielo vestía su gasa de abril.
    Un vino risueño me dijo el camino.
    Yo escucho los áureos consejos del vino,
    que el vino es a veces escala de ensueño.
    Abril y la noche y el vino...

  • La calva prematura
    brilla sobre la frente amplia y severa;
    bajo la piel de pálida tersura
    se trasluce la fina calavera.
    Mentón agudo y pómulos marcados
    por trazos de un punzón adamantino;
    y de insólita púrpura manchados
    los labios que soñara un florentino.
    Mientras la boca sonreír parece,
    los ojos perspicaces,
    que un ceño...

  • Yo he visto mi alma en sueños...
    En el etéreo espacio
    donde los mundos giran,
    un astro loco, un raudo
    cometa con los rojos
    cabellos incendiados...
    Yo he visto mi alma en sueños
    cual río plateado,
    de rizas ondas lentas
    que fluyen dormitando...
    Acaso mi alma tenga
    risueña luz de campo,
    y sus aromas lleguen
    de...

  • Nuestras vidas son los ríos
    que van a dar a la mar,
    que es el morir. ¡Gran cantar!
    Entre los poetas míos
    tiene Manrique un altar.
    Dulce goce de vivir:
    mala ciencia del pasar,
    ciego huir a la mar.
    Tras el pavor de morir
    está el placer de llegar.
    ¡Gran placer!
    Mas ¿y el horror de volver?
    ¡Gran pesar!

  • Guitarra del mesón que hoy suenas jota,
    mañana petenera,
    según quien llega y tañe
    las empolvadas cuerdas.
    Guitarra del mesón de los caminos,
    no fuiste nunca, ni serás, poeta.
    Tú eres alma que dice su armonía
    solitaria a las almas pasajeras...
    Y siempre que te escucha el caminante
    sueña escuchar un aire de su tierra.

  • Hacia un ocaso radiante
    caminaba el sol de estío,
    y era, entre nubes de fuego, una trompeta gigante,
    tras de los álamos verdes de las márgenes del río.
    Dentro de un olmo sonaba la sempiterna tijera
    de la cigarra cantora, el monorritmo jovial,
    entre metal y madera,
    que es la canción estival.
    En una huerta sombría,
    giraban los...

  • Pasan las horas de hastío
    por la estancia familiar,
    el amplio cuarto sombrío
    donde yo empecé a soñar.
    Del reloj arrinconado,
    que en la penumbra clarea,
    el tic-tac acompasado
    odiosamente golpea.
    Dice la monotonía
    del agua clara al caer:
    un día es como otro día;
    hoy es lo mismo que ayer.
    Cae la tarde. El viento agita...

  • He andado muchos caminos,
    he abierto muchas veredas;
    he navegado en cien mares,
    y atracado en cien riberas.
    En todas partes he visto
    caravanas de tristeza,
    soberbios y melancólicos
    borrachos de sombra negra,
    y pedantones al paño
    que miran, callan, y piensan
    que saben, porque no beben
    el vino de las tabernas.
    Mala...

  • En una tarde clara y amplia como el hastío
    cuando su lanza blande el tórrido verano,
    copiaban el fantasma de un grave sueño mío
    mil sombras en teoría, enhiestas sobre el llano.
    La gloria del ocaso era un purpúreo espejo,
    era un cristal de llamas, que al infinito viejo
    iba arrojando el grave soñar en la llanura. ..
    Y yo sentí la espuela sonora de mi...

  • Hoy buscarás en vano
    a tu dolor consuelo.
    Lleváronse tus hadas
    el lino de tus sueños.
    Está la fuente muda,
    y está marchito el huerto.
    Hoy sólo quedan lágrimas
    para llorar. No hay que llorar, ¡silencio!