• A media noche muchos gritos daba

    una casada, y confesión pedía

    diciendo se moría

    de un cólico cruel que la mataba.

    Llamose a un reverendo franciscano

    que era su confesor, y de antemano

    estaba prevenido

    para coquifear a su marido

    y lograr sin peligro sus placeres.

    ¡Qué no discurren frailes y mujeres!

    Luego que con la moza se...