• Cierta viuda, joven y devota,

    cuyo nombre se sabe y no se anota,

    padecía de escrúpulos, de suerte

    que a veces la ponían a la muerte.

    Un día que se hallaba acometida

    de este mal que acababa con su vida,

    confesarse dispuso,

    y dijo al confesor: -Padre, me acuso

    de que ayer, porque soy muy guluzmera,

    sin acordarme de que viernes era,...