I

¡Oh, muy alto Dios de amor
por quien mi vida se guía!
¿Cómo sufres tú, señor,
siendo justo juzgador,
en tu ley tal herejía?
¿Que se pierda el que sirvió,
que se olvide lo servido,...

Aquestos y mis enojos
tienen esta condición:
que suben del corazón
las lágrimas a los ojos.