No rinde al proscrito cobarde tristeza
al ir peregrino de hogar en hogar,
pues mira extenderse de Dios la grandeza
por montes, y valles, y el cielo y el mar.
Un punto nos quitan, un punto querido,
que patria llamamos con férvido amor;
mas, presto encontramos que al punto perdido
se sigue en lo inmenso la patria de Dios.
He visto cien montes...