Flotante monte de macizo acero,
mandas, Iberia, a nuestra playa en vano,
rival del monstruo portentoso y fiero,
gigante emperador del océano.
No ha de valerle su feroz grandeza,
ni el nombre con que torpe tu arrogancia
quiso manchar la singular proeza
que eterna gloria mereció a Numancia.
Y si, anhelosa de vengar tus rotas,
los vastos senos...
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Cuando sus negras alas
Tiende la tempestad sobre la tierra
Amenazando arrebatar sus galas;
Cuando retumba en la elevada sierra
Del aquilon el áspero silvido,
Y el fúlgido relámpago aparece,
Y escúchase del trueno el estampido
Y á torrentes la lluvia se desploma;
La hermosura del campo desparece,
Pierden las flores su encantado aroma;
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