• Vuestro nombre no sé, ni vuestro rostro
    conozco yo, y os imagino blanca,
    débil como los brotes iniciales,
    pequeña, dulce... Ya ni sé... Divina,
    en vuestros ojos, placidez de lago
    que se abandona al sol y dulcemente
    le absorbe su oro mientras todo calla.
    Y vuestras manos, finas, como aqueste
    dolor, el mío, que se alarga, se alarga,
    y...

  • Te escribo, aunque ya sé que ninguna mujer
    debe escribir;
    lo hago, para que lejos en mi alma puedas leer
    cómo al partir.

    No he de trazar un signo que en ti mejor grabado
    no exista ya.
    De quien se ama, el vocablo cien veces pronunciado
    nuevo será.

    La dicha sea contigo; yo sólo he de esperar,
    y aunque distante,
    yo me siento ir a ti...