• Por débil y pequeña,
    oh flor de paraíso,
    cabías en el vértice
    del corazón en fiesta que te quiso.

    Salíamos al campo
    y tu cuerpo minúsculo
    se destacaba airoso
    en la grana y el oro del crepúsculo.

    ¡Oh noches enlunadas
    oh provinciana orquesta,
    oh tu alma piadosa!
    ¡Oh mi incansable corazón en fiesta!

    Y una noche moriste...