LA ESPOSA
Ven a tu huerto, Amado;
que el árbol con su fruto te convida,
y el céfiro callado
espera tu venida:
tú al céfiro y al huerto das la vida.
La aurora nacarada
desdeña esquiva la purpúrea rosa,
a la tierra inclinada:
la abeja silenciosa
ni en torno gira, ni en la flor se posa.
Ni a su consorte halaga
el ruiseñor,...