• En la enramada que, florecida e incierta,
    es verde estuche de oro recamado
    de flores donde duerme el beso, alerta
    y mirando el primor de su bordado,

    sus ojos alocados el fauno ostenta;
    muerden sus dientes en la flor de llamas,
    y como un vino añejo es su sangrienta
    boca al sembrar sus risas entre ramas.

    Deja, al huir como la ardilla adusta,...

  • Va cayendo, cayendo en el abismo
    de la noche sin fin, el ángel reo;
    del espacio profundo en el mutismo
    se escucha su satánico aleteo.

    Nada detiene al trágico querube
    en su descenso del eterno día;
    nada!... nada!... ni un astro, ni una nube!
    ¡Sola siempre la bóveda vacía!

    Los siglos, al pasar, y los milenos
    secaron en su mente el fuego...