• Estos, amada, son sitios vulgares
    en que en el ruido mundanal se asusta
    el alma fidelísima, que gusta
    de evocar tus encantos familiares.

    Añoro dulcemente los lugares
    en donde imperas cual señora justa,
    tu voz real y tu mirada augusta
    que ungieron con su gracia mis pesares.

    Y recuerdo que en época lejana,
    por tus raras virtudes milagrosas...