•   A Schopenhauer, el huraño,
     le hizo un epitafio barroco
     en un cuento mordaz y extraño
     Maupassant, aprendiz de loco.

      Había muerto el profesor
     avinagrado y pesimista;
     guardaba su tez el livor
     de unos reflejos amatista;

      y en aquella cámara ardiente
     lloraban por el corifeo
     los discípulos del ingente
     filósofo bilioso...