• I

    Con albas ropas, lívida, impalpable,
    en alta noche se acercó a mi lecho:
    estremecido, la esperé en los brazos;
    inmóvil, sorda, me miró en silencio.

    Hirióme su mirada negra y fría...
    sentí en la frente como helado aliento;
    y las manos de mármol en mis sienes,
    a los míos juntó sus labios yertos.

    II

    La hoguera del...

  • —No duermas,— suplicante me decía
    —escúchame..., despierta—.
    Cuando haciendo cojín de su regazo,
    soñándome besarla, me dormía.

    Más tarde, ¡horror! En convulsivo abrazo
    la oprimí al corazón... rígida y yerta!
    En vano la besé —no sonreía;
    En vano la llamaba —no me oía;
    La llamo en su sepulcro y no despierta!

  • Ay! cuántas veces en las lentas horas
    De la noche callada, antes que el sueño
    Venga á cerrar mis párpados, recorre
    Mi memoria tenaz los bellos días
    De lloros y de risas infantiles
    A que siguieron tan hermosos años!
    Sus palabras de amor entonces oigo,
    Sus votos de constancia...no cumplidos,
    Y vuelvo á ver la luz de esa mirada
    Que hundióse en...

  • Y dejamos su tumba para siempre
    En el jaral de la marina selva,
    Sola con los mugidos de los vientos
    Y el fragor de la mar en la ribera!
    Aquel postrer adiós que no responden
    Los mudos labios ni las manos yertas,
    Ahogó mis sollozos... y la fosa
    Lentamente colmó la extraña tierra.
    Después, envueltos en nocturnas sombras,
    Infló el terral las...

  • El vencedor ejército la cumbre
    Salvó de la montaña,
    Y en el ya solitario campamento
    Que de vívida luz la tarde baña,
    Del negro terranova,
    Compañero jovial del regimiento
    Resuenan los aullidos
    Por los ecos del valle repetidos.
    Llora sobre la tumba del soldado,
    Y bajo aquella cruz de tosco leño
    Lame el césped aún ensangrentado
    Y...

  • Soñé vagar por bosques de palmeras
    cuyos blondos plumajes, al hundir
    su disco el Sol en las lejanas sierras,
    cruzaban resplandores de rubí.

    Del terso lago se tiñó de rosa
    la superficie límpida y azul,
    y a sus orillas garzas y palomas
    posábanse en los sauces y bambús.

    Muda la tarde ante la noche muda
    las gasas de su manto recogió;
    ...

  • Tu incesante rumor vine escuchando
    Desde la cumbre de lejana sierra;
    Los ecos de los montes repetían
    Tu trueno en sus recónditas cavernas.
    Juzgué por ellos tu raudal, fingíme
    Tras vaporoso velo tu belleza,
    Y ya sobre tu espuma suspendido,
    Gozo en ahogar mi voz en tu bramido.
    ¡Qué mísera ficción! Quizá en mis sueños
    He recorrido tus hermosas...