La mujer, entretanto, de su boca de fresa,
Retorciéndose cual una serpiente sobre las brasas,
Y estrujando sus pechos en la cárcel de su corsé,
Dejó correr estas palabras impregnadas de almizcle:
—"Yo, yo tengo los labios húmedos, y conozco la ciencia
De perder en el fondo de un lecho la antigua conciencia.
Yo enjugo todas las lágrimas sobre mis senos...