• La muy querida estaba desnuda, y, conociendo mi corazón,
    No había conservado más que sus joyas sonoras,
    De las que el rico conjunto le daba el aspecto vencedor
    Que tienen en sus días felices las esclavas de los moros.

    Cuando arroja danzando su ruido vivaz y burlón,
    Este mundo deslumbrante de metal y de piedra
    Me encanta extasiándome, y amo con furor
    ...