• Dejé la luz a un lado, y en el borde
    de la revuelta cama me senté,
    Mudo, sombrío, la pupila inmóvil
    clavada en la pared.

    ¿Qué tiempo estuve así? No sé: al dejarme
    la embriaguez horrible de dolor,
    expiraba la luz y en mis balcones
    reía el sol.

    Ni sé tampoco en tan terribles horas
    en qué pensaba o que pasó por mí;
    solo recuerdo que...